jueves, 5 de junio de 2008

Jueves 7am

Dormir poco nunca me ha hecho bien. Hay algo, una especie de suiche que no se termina de prender cuando duermo poco, y cuando ese suiche no se prende pasa algo. No estoy muy seguro de qué es lo que pasa, pero las cosas me llegan mucho más fácilmente a los nervios. Cuando no duermo en absoluto, no pasa esto. Es diferente, creo que el suiche ese no se apaga, si no duermo y, por eso, no necesito prenderlo, o algo así ¿qué se yo? Me siento cada vez más agresivo, hasta el punto en que, en verdad, empiezo a dudar: ¿cuánto tiempo puede pasar antes de que no aguante más y golpee a alguien en la cara? Honestamente, creo que puede pasar mucho tiempo, antes de que llegue a ese punto de intolerancia absoluta, o de qué se yo, en el que todas las reglas de convivencia en sociedad que vengo aprendiendo desde que era niño, se puedan ir a tomar po' culo, pero igual no estoy seguro. Normalmente, cuando duermo, estas cosas ya no me afectan en un nivel considerable, pero en este mometno, no me importaría que algo así como el 95% de las personas que están a mi alrededor dejaran de existir. Es más, estoy casi seguro de que si hiciera falta mi aprobación para que eso pasara, no tardaría más de 5 segundos en preguntar en dónde firmo. Ahora, después de un rato dándole vueltas a la cabeza, creo que dormir poco me hace bien, muy bien.

lunes, 28 de abril de 2008

Historia esporádica No. 4

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Maldita sea! - pensé- tengo que cambiar el sonido de ese despertador. Lo apagué. Vi la hora: 11:15. Pasaron unos cinco minutos para que lograra agarrar fuerzas para levantarme. Me senté en el borde de la cama, hasta que logré enfocar bien las imágenes que mostraban mis ojos. Tenía la garganta asquerosamente seca y la cabeza estaba a punto de explotarme. Lo primero que noté al levantarme de la cama fue una colilla de un cigarrillo, apagada en el piso de mi cuarto. ¿Qué carajo había hecho el día anterior? Llegué a la cocina y me tomé un vaso de refresco tras otro, hasta que la garganta dejó de arder. Estoy montado en un carro, alguien maneja, estoy casi seguro de que ese alguien que maneja, no soy yo. Estoy escribiendo un mensaje de texto. ¡Mierda! ¿Qué habré escrito y a quién? Caminé hasta mi cuarto, busqué el celular, y tenía un mensaje recibido. Con algo de miedo, mezclado con pena, lo abrí y me calmé. El mensaje me lo había mandado a mí mismo, era el nombre de una banda depinga que había escuchado en el carro de ese alguien con quien llegué a mi casa. Busqué una franela, unos chores, unos interiores y una toalla, y en el camino al baño me tropecé con un par de zapatos: mis zapatos. Estaban todos llenos de barro. Estoy en una casa, una casa bien arrecha, tiene piscina y todo. La grama está convertida en una mezcla de lodo, latas vacías, vasos desechables, colillas y varios tipos de papeles. Mis zapatos y pantalones dan asco, están todos llenos de tierra mojada. No logro reconocer a nadie que esté a mi alrededor: todos se han convertido en una especie de cosa borrosa que no entiendo muy bien. Me metí a la ducha. Mientras me bañaba, el cerebro comenzó a cumplir su función natural, y dejó de tratar de digerir la comida. También los pulmones comenzaron a respirar, después de un tiempo en el que trataron de pensar, mover las extremidades, bombear sangre, y de hacer cualquier otra cantidad de tareas que no les correspondían. Necesito un alka-seltzer ya.

sábado, 12 de enero de 2008

Historia esporádica No. 3

  • Todos los viernes Pedro se levanta a las siete de la mañana, camina hasta la cocina, pone a hacer café, entra al baño, se desviste, se mete en la ducha, se baña, se termina de bañar, se sale de la ducha, se seca, se viste, sale del baño, saca una taza, se sirve el café, le echa dos cucharaditas de azucar y se toma el café.
  • Hoy no es viernes.
  • Hoy, Pedro se levantó a las once de la mañana, prendió la televisión, buscó algo que ver, no encontró nada, apagó la televisión, se levantó de la cama, salió de su cuarto, entró a la cocina, se sirvió un vaso de agua, se lo tomó, buscó su caja de cigarrillos, no le quedaban, buscó sus cholas, se las puso, buscó su cartera, salió de su casa, caminó hasta el kiosko de la esquina, compró una caja de cigarrillos, la abrió, sacó uno, no tenía yesquero, pidió uno prestado al kioskero, encendió un cigarrillo, devolvió el yesquero y caminó hasta su casa.
  • Hoy es martes.
  • Pedro nunca trabaja los martes.
  • Todos los martes Alonso se levanta a las tres y media de la mañana, camina hasta la cocina, pone a hacer café, camina hasta el baño, se lava la cara, orina, se lava los dientes, vuelve a caminar a la cocina, busca un termo, sirve el café, le echa varias cucharaditas de azucar, tapa el termo, camina hasta su cuarto, se viste, sale de su casa, se sube en su carro, lo calienta por cinco minutos, maneja hasta su kiosko, lo abre, recibe los periódicos, los ordena, se sienta, se toma un café, le vende una caja de cigarrillos a Pedro y le presta el yesquero para prender un cigarrillo.