lunes, 28 de abril de 2008

Historia esporádica No. 4

¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! ¡Maldita sea! - pensé- tengo que cambiar el sonido de ese despertador. Lo apagué. Vi la hora: 11:15. Pasaron unos cinco minutos para que lograra agarrar fuerzas para levantarme. Me senté en el borde de la cama, hasta que logré enfocar bien las imágenes que mostraban mis ojos. Tenía la garganta asquerosamente seca y la cabeza estaba a punto de explotarme. Lo primero que noté al levantarme de la cama fue una colilla de un cigarrillo, apagada en el piso de mi cuarto. ¿Qué carajo había hecho el día anterior? Llegué a la cocina y me tomé un vaso de refresco tras otro, hasta que la garganta dejó de arder. Estoy montado en un carro, alguien maneja, estoy casi seguro de que ese alguien que maneja, no soy yo. Estoy escribiendo un mensaje de texto. ¡Mierda! ¿Qué habré escrito y a quién? Caminé hasta mi cuarto, busqué el celular, y tenía un mensaje recibido. Con algo de miedo, mezclado con pena, lo abrí y me calmé. El mensaje me lo había mandado a mí mismo, era el nombre de una banda depinga que había escuchado en el carro de ese alguien con quien llegué a mi casa. Busqué una franela, unos chores, unos interiores y una toalla, y en el camino al baño me tropecé con un par de zapatos: mis zapatos. Estaban todos llenos de barro. Estoy en una casa, una casa bien arrecha, tiene piscina y todo. La grama está convertida en una mezcla de lodo, latas vacías, vasos desechables, colillas y varios tipos de papeles. Mis zapatos y pantalones dan asco, están todos llenos de tierra mojada. No logro reconocer a nadie que esté a mi alrededor: todos se han convertido en una especie de cosa borrosa que no entiendo muy bien. Me metí a la ducha. Mientras me bañaba, el cerebro comenzó a cumplir su función natural, y dejó de tratar de digerir la comida. También los pulmones comenzaron a respirar, después de un tiempo en el que trataron de pensar, mover las extremidades, bombear sangre, y de hacer cualquier otra cantidad de tareas que no les correspondían. Necesito un alka-seltzer ya.